Mi palabra favorita en inglés es, definitivamente, awkward.
Desde que estoy aquí he utilizado esa palabra muchas veces. Pero desde hace dos
días la uso mucho más.
Para los que no saben qué significa esa palabra, yo os lo
explico con unos ejemplos, veréis qué rápido lo entendéis.
Anoche, estaba en la estación de tren de mi casa con mi
mejor amiga, monísimas de la muerte las dos, preparadas para celebrar que tengo
nueva casa. Allí estábamos las dos a las diez de la noche esperando al tren que
nos llevaría a una de las mejores fiestas de Londres (que es buena por la
compañía, más que nada). Desde la platform one vimos que desde la three
llegábamos antes. Así que he ahí dos pardillas que se bajan al túnel para
cambiar de andén. Entonces llega un tipo por detrás, se me tira encima y me
agarra el bolso. Mi primera reacción fue mearme de la risa pensando que era
algún amigo haciendo el tonto. Cuando me caí al suelo con el tipo detrás
(porque yo pasaba de soltar el bolso, por mucha broma que fuere) ya pensé: “ah…
pues va a ser que me están robando”. Y
claro, una que estaba contenta y feliz
decide que no le van a fastidiar la noche así que se engancha al bolso y decide
que no se lo quitan ni “jarta vino”. Pues nada, ahí estaba yo, forcejeando con
un chaval encapuchado. Juro que no estaba haciendo casi fuerza. A mí Londres me
está endureciendo. Pues el hecho de que al chavalote le costara quitarle el
bolso a una tirillas de 45 kilos es awkward. Tú imagínate qué bochorno pasaría
ese pobre.
Entonces se me pasa por la cabeza que el tío lleva una
navaja. Y decido soltar el bolso, que yo paso de que me hinquen nada. El tío
hecha a correr (supongo que avergonzado, sí también eso es awkward) y cuando
recuerdo que mi móvil y mi pintalabios
favorito van en ese precioso clutch que me costó el sueldo de una semana me
arrepiento de haberle dejado marchar. Así que me quito los tacones se los dejo
a mi pobre amiga (la pobre en estado de shock, su cara era awful, que no es lo
mismo que awkward) y echo a correr
descalza detrás del ladrón. El que me viera correr con unos pantalones de
flores y un peinado monísimo pero con los pies descalzos y los calcetines media
rotos diría “Oh my God, that’s so
awkward”. El hecho de que no pudiera
cogerle, siendo yo deportista como soy fue para mí bastante awkward también.
Pero la historia no acaba ahí. Cuando llega la policía al
lugar nos llevan a la garita, nos toman declaración y nos preguntan diez veces
lo mismo. Mientras apuntan todo mi amiga y yo nos fijamos en una pared. Parece
una tontería así dicho, una pared, ya ves tú.
Estaba empapelada de “se busca”, “mentalmente inestable”, “pensamientos
suicidas”, “muy peligroso”, “armado”. Y todos eso actúan en mi barrio. Menudo
canguele. En cierto momento deciden que es una buena idea llamar a mi móvil
(ése que iba en el bolso) a ver qué pasa. Efectivamente, el ladrón era un
imbécil y contesta.
- - Quiero el teléfono, tengo dinero, ven a la
estación y te lo compro.
- - Ok.
- ¿¡Cómo!?
Así que en la salida de la estación estábamos mi pobre amiga
y yo esperando al sinvergüenza ése, temblando no tanto de frío sino de miedo y
con razón después de haber visto esa pared. Mi vida de pronto pasó a ser en
blanco y negro, salía humo de las alcantarillas, los trenes hacían más ruido de
lo normal y yo era rubia y llevaba ondas en el pelo. ¡Ah! Además iba en gabardina. Entonces
un coche para a unos metros de nosotras y nos hace señas con las luces del
coche. A mí lo de acercarme al coche no me pareció buena idea, así que me toqué
la cabeza como me dijo la policía que hiciese si veía algo raro. Yo pensaba que
iban a pegarme un tiro desde el coche y como la poli no hacía nada me seguí
tocando el pelo... aquello ya era cantoso, parecía que tenía piojos, lo que viene a ser un poco awkward también. El coche se
mueve y por lo visto, desde su nueva posición pudo ver a la policía. Total, que
volvemos a la garita y el ladronzuelo nos llama por teléfono y me dice que no me
devuelve el móvil porque no he ido sola. Claro, no te jode.
Total que no recupero mis pertenencias. La vuelta a casa fue
espantosa, en ese barrio lleno de tarados y mi amiga y yo con una llave
chuchurria como única arma. Por fin llegamos sanas y salvas a casa y entonces
sugiero bebernos las botellas de vino que llevábamos para la fiesta porque si
no, yo no iba a poder dormir.
-
Tía, han desaparecido. Nos las han robado
también. Si es que somos tontas.
Hay que joderse. Pues
nada, la botella de ron miel que reservábamos para una ocasión especial a
chupitos, pa' dentro. Eso sí, antes de inclinar el codo nos preocupamos de poner
delante de la puerta una mesa, una silla y un patinete. Por si acaso. ¡Menuda
paranoia! Y sí, el estado en el que nos encontrábamos entre el miedo, la frustración y el alcohol también era awkward.
Dos días después me llaman de Victim support. Un psicólogo
muy preocupado por mi salud mental después de lo que me pasó el otro día (awkward!). Yo le
digo que estoy bien, sólo que me da miedito ir sola por la noche de la estación
a mi casa. Dos días después recibí en mi casa un paquetito… ¿y qué era?
¡Sorpresa! Un llavero-alarma. Muy divertido hasta que n sabes cómo puñetas se
apaga... awkward.
Ay pobriña!! Cuidado que en ese país hay mucho maleante y encima están sonados... Yo le hubiera dicho un educado : Bugger off fucking bastard al ladrón. ;)
ResponderEliminarVamos, que viene siendo algo así como patético xD
ResponderEliminarLa próxima vez piensa q si el tio llevara una navaja no se hubiera molestado en forcejear con 45 kilos de ímpetu! Un saludo
Lo flipo...
ResponderEliminarVaya tela con tus aventuritas, que miedo! Pobrecilla!!
ResponderEliminarAwkward... es una palabra que siempre me ha gustado!!
Un beso!!
Es que dicha por mí no, pero cuando oyes a un inglés decir awkward suena fascinante... igual que background.
Eliminarme estoy enganchando a tu blog
ResponderEliminarPues lo cierto es que me alegro.
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