jueves, 28 de abril de 2011

¡Sí-le, No-le...!

Hace unos fines de semana estuve en una boda. Tuve que desplazarme con mi sueldo estudiantil hasta otra ciudad y alojarme en un hotel de cuatro estrellas (no había otra cosa, lo juro).

Para llegar hasta allí, fuimos en el coche de ciertas personas.Nadie sabía exactamente (ni de lejos) cómo llegar hasta tal lugar así que nos dejamos guiar con un GPS. ¡En qué hora!

El GPS. No era la primera vez que viajábamos con Ese GPS y no era la primera vez que nos fallaba. Yo lo dije pero como era la más joven e inexperta nadie me hizo caso, porque a los jóvenes inexpertos no hay que hacerles caso por muy inteligentes que sean...

Total que ponemos Avenida de No-sé-qué (no me acuerdo del nombre, mi sabia mente ha conseguido borrar ciertos recuerdos desagradables de ese fin de semana, aunque no los peores, me temo) y llegamos a un polígono industrial, lleno de eso que hay en un polígono industrial y nosotros en un Mercedes. Perfecto.

La Doña empieza a ponerse nerviosa. Yo que sé, le molesta estar en un lugar así, casi hasta le sale sarpullido sólo de pensar que va a dormir en un sitio como ese. Pero el hotel no está así que deducimos que no estábamos en la Avenida de No-sé-qué correcta.

Vamos al GPS y vemos que hay tres Avenidas de No-sé-qué y nadie se acuerda de cuál habíamos puesto antes. Intentamos seguir al GPS mega moderno que viene del futuro donde se pueden atraversar las paredes y saltar a un precipicio sin matarse. Y, obviamente, como no podemos hacer ninguna de estas cosas, no podemos hacerle caso.

- "Recalculando ruta...gire a la derecha"
- ¿A la derecha? ¡Pero si ahí no hay una calle!
- Gire, a la derecha.
- ¡¡¡¡Que ya coño, que no puedo!!!!

Doña, muy cabreada dice: Ya sabemos que el GPS en esta ciudad, no funciona (ni en niguna, no te jode...)
- Ains por favor, sácanos de aquí, vamos al centro y preguntamos.
- Ya bueno, voy a poner en el GPS el centro porque no sé dónde está.
- PUES POR AHÍIIIIIII EVIDENTEMENTE.

Bueno, sí que había que tirar al centro pero la evidencia de AHÍIIIIII para el resto de los que estábamos en el coche no era tan evidente.

- Ahíiiiii mierda de GPS!
- ¡A la hoguera todos los GPS!

Imagináos en un coche presenciando problemas matrimoniales de otros a grito pelao', amenazas de ir andando incluídas. Muy violento todo, aunque en cuanto llegué al hotel tuve que reírme.

Y así, esta calle sí-le, esta calle no-le después de dos horas de tensión conseguimos llegar al hotel...

¿Cómo es posible que en una sola ciudad pequeña, haya tres Avenidas de No-sé-qué???

martes, 19 de abril de 2011

Malditas películas para chicas.

Por lo visto no sólo la ropa y los zapatos me vuelven mujer. El otro día tuve un “día de chicas” con mis amigas y descubrí una nueva característica mía que jamás nadie había conseguido que emergiera. Y todo por culpa de una maldita película. Sí, esa en la que estáis pensando ahora mismo, con hombretón rebelde y niña buena como protagonistas. Ésa que hace que nos volvamos locas, flotemos tres metros por encima del cielo, se nos vean las bragas y que a algunas hasta se nos caigan.

Maldita sea, qué mal cuerpo me ha dejado. Ahora quiero un novio romanticón pero duro (en todos los sentidos si puede ser… algo de mi masculina mente tenía que quedarse), que se presente en la puerta de mi casa en una Harley y me diga algo así como: “Sube, muñeca, que nos vamos pa’ Cuenca”. Así de sopetón, sin avisar, yo con un vestido mega sexy y siempre depilada y preparada para revolcarme en una playa (de esas como las que no hay en Cuenca), tumbada sobre una bandera de Inglaterra, sin que se me menee un pelo, sin hincarme piedras en la espalda y bajo la maravillosa luz de la luna que se refleja en los perfectos y definidos músculos de él.

Pero hoy estando de resaca he vuelto a la realidad. El novio no es romanticón y bueno, duro a veces, de mollera. Se presenta en mi casa con un Seat Ibiza y me dice cosas como: “Sube, coño, que te voy a poner mirando pa’ Cuenca”. Así, de sopetón, sin avisar, llega quince minutos antes de lo previsto así que yo, pantalón a rayas del rastro, sin depilar y nada preparada para revolcarme en el césped de un parque, sobre una bandera de Irlanda (que algo es algo), con el pelo lleno de hormigas, hincándome jeringas en la espalda y bajo la maravillosa luz de una farola que se refleja en la perfecta y definida curva de la felicidad de él.

En fin, hay que ser realistas y “campechanos”. Como mi amiga La Maja que es muy maja ella y que si tienes una sobredosis de sentimentalismo ella enseguida de echa una mano (a algunas nos vendría bien también un guantazo) y si dices que tienes el corazón roto ella lo compensa con un “hemos hecho penetración sin condón” (desde hoy cantidad de frikis y solitarios llegarán a mi blog sólo por esa frase) y te recuerda que si tienes agujetas “hija pues no serán de follar”.

Que digo yo, que ni lo uno ni lo otro, ¿no? Que no me hace falta la luna pero al menos una velilla ambienta mejor que una farola. Y que menos mal que tenemos a La Maja que nos devuelve a la realidad.

lunes, 4 de abril de 2011

Me equivoqué de hobby...

La gente que me rodea dice que pienso como un hombre. Bueno, si exceptuamos esos momentos en los que pienso en ropa, zapatos, cremas, etc. es posible.

De pequeña jugaba solo con chicos. No le caía bien a la chicas porque no me gustaba jugar a "las mamás y lo papás". No sabía hacer de madre (ni me gustaba) y jugar a ser hijo lo hacía las 24 horas el día, así que para mí no tenía ningún sentido. Mis propuestas de juegos como "somos tigres y vamos a cazar" o "escondite" no tuvieron éxito. Así que me pasé al fútbol, que no me disgustaba del todo.

Hasta los 12 años jugaba con los chicos. Era uno más. Me daban codazos, me hacían faltas y los veteranos no sólo me pasaban el balón sino que convencía a los nuevos de que lo hicieran. No les importaba jugar conmigo puesto que sabían que no les iba a preguntar si les gustaba Mengana o Fulana. Todo era perfecto y maravilloso hasta que mi balón marca "la patata" fue sustituído por los balones de Mengana y Fulana que en sexto curso empezaron a adquirir mayor popularidad.
En algún momento dejaron de querer jugar al fútbol. De querer pasarme el balón pasaron a querer jugar con mis balones. Bueno, eso es lo que diría si los hubiera tenido. Así que pasé a un segundo plano. Luego llegaron las demás chicas y pasé a un tercer plano. Luego me convertí en una margi y casi nadie me dirigía la palabra.

Y bueno, una desarrolló y esas cosas... pero cuando una adquiere en el colegio la fama de fea y la posición de margi ya no hay nada que hacer.

La cosa parece que cambió cuando llegué a la universidad. Estudiadno educación física me enontré con chicas que como yo, querían jugar al fútbol. Pero el problema era que ellas jugaban en equipazos ya fuera de fútbol como de baloncesto o de sabe Dios qué... Y encima estaban más buenas que yo. Joder, otra vez no... pero encima peor. Lo único que se me daba bien eran los ejercicos de flexibilidad lo cual no me dejaba tampoco en buena posición (literalmente).

Así que me puse a hacer skate. Y no se me dio bien. Me cambié al long. Y no soy especialmente buena, de hecho soy bastante patética... me falta ser más bestia y vestir más "cool".
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