miércoles, 5 de octubre de 2011

Cosas raras y guays de esta ciudad.

Hay unos asientos en algunos vagones del metro de Londres que me hacen mucha gracia porque no sé qué es lo que tienen que hacen sentarse a la gente como si estuviese cagando. Así que nunca me siento en ellos. 

Fiestas en casas londinenses que parecen la sesión Zombie de la Sala Heineken. O un DJ y un sistema de sonido de la leche, drogas por todas partes y demasiada gente. 

Vivir con dos alemanes es infinitamente peligroso... demasiada cerveza. No me he terminado una y ya me han sacado la siguiente. Siempre les digo que esperen, que aún no he terminado y se ríen de mí porque bebo muy despacio. Y porque soy bajita y me emborracho enseguida. 

Sentirse desgraciada en un sentido cómico.  Cuando a una le baja la regla y no sabe qué tampax comprar porque no entiende lo que pone en la caja. 

Mis vecinos de arriba follan salvajemente. Y me tiembla la habitación y yo solo puedo pensar en la griera de mi armario. 

Como Spotify no sabe dónde estoy no tengo límites. ¡Qué maravilla!

Y mientras escribo ésto es lo que ocurre en la casa de enfrente: Un chico está plastificanto a una chica con el papel transparente de la cocina mientras ella está asomada a la ventada pidiendo desesperadamente un cigarro.

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