lunes, 17 de septiembre de 2012

El gentleman-molonguis.

Cuando nuestras miradas se encontraron por primera vez sentí más bien rechazo hacia él. Ropa skater molonguis, gafas de sol molonguis, amigos molonguis... Yo estaba tranquilamente hablando con otro longboarder y entonces el gentelman-molonguis se me acercó y se puso a hablar conmigo como si nada. Todo lanzado, sin problema, sin pedir permiso, sin presentarse. Al principio me molestó pero lo cierto es que tenía una conversación monlonguis también. 

El tío es tan molonguis que tiene su propia tienda de longboard y además surfea. Le gusta la buena música (o  sea, la misma que a mí) y es encantador. Así que obviamente, tenía que acceder a tomarme unas pintas con él.

La primera vez que quedamos me llevó a un pub en Camden. Él siempre quería pagar pero yo no soy de esas chicas que se dejan atontar por cualquier getleman-molonguis con algo de dinerillo así que siempre a medias o una él, una yo. Porque yo soy una tía dura y aunque sea estudiante, las cervezas me las pago yo.  A día de hoy creo que soy idiota y tendría que haberle dejado pagar todas. Hablamos de cosas molonguis pero sobre todo de skate y surf. Yo me quejaba de que en Londres no se podía patinar porque siempre llueve y surfear obviamente tampoco, y menos aún con el frío que hace en este país. Él me dijo que no me preocupara. ¡Dios, cómo sonó aquello! Ese día perdí mi bufanda favorita y casi las bragas. Imagináos un "Don't worry" con acento muy inglés y voz tirando a grave y rasgadilla mientras que te tocan ligeramente un hombro y te miran directo a los ojos; y acto seguido la promesa de que en menos de dos semanas "estarás conmigo en el agua sin pasar frío". Natural que me descojonara. Luego pensé que estando muerta en el agua no sentiría frío y me dió un poco de "yu-yu". 

En estas cosas he perdido por completo la ingeuidad y obviamente no me tragué nada de lo que me dijo. Varios días después me manda un mensaje y me dice que coja un bikini y una toalla y vaya a tal dirección a tal hora. No sabía si descojonarme, acojonarme, acongojarme o descongojonarme, que es todo a la vez. Opté por seguir sus indicaciones y dejarme de palabros y ¡sorpresa! me llevó a una ola estática en medio de Londres. Me cerró el pico (ya no podía quejarme de la imposibilidad de surfear en Londres) y pagó él, así que puedo decir que fue divertido. Nah, fue divertidísimo. Pero la tarde no acabó ahí. Después de la acción, un poco de calma en un restaurante japonés porque no sólo le encanta en sushi, sino que además sabía que el niguiri de salmón es mi favorito. Bestial. 

A la semana siguiente me llega un mensaje suyo e igual que la semana anterior, me dice un lugar y una hora. Mornington Crescent a las19'30. El tío se lo tiene tan creído que ni me pregunta si estoy libre; simplemente me dice lo que tengo que hacer y cuando. Y yo, que pierdo las bufandas pues le sigo el rollo.  ¿Me llevará a cenar? no, este tipo es más original que eso.¿Cine? No es idiota, sabe que sin subtítulos no me voy a enterar de nada. Tras veinte minutos de viaje pensando qué será, será... y con las expectativas por las nubes, cuando llego allí, me lleva a un pub. ¿¡Un pub!? ¿¡En serio!? Después de una ola estática y adivinar mi comida favorita no puedes llevarme a un pub. Ingenua... 

Sin emabrgo, cuando aún no nos habíamos acabado las bebidas dice "es el momento". Estilo película americana, en serio, no he flipado tanto en mi vida ¡Sabía que tenía que haber algo más! Y efectivamente, lo hubo: dos entradas para el concierto de Xavier Rudd, uno de mis artistas favoritos, en Koko. Tela. 

Y seguimos porque estos gentleman molonguis no se cansan nunca. Una noche tranquila de skate y Baigels (esa vez digamos que me tocaba organizar a mí... me salió un poco mal porque yo soy una pobre estudiante, no me llega ni para una pinta entera pero la conversación mologuis lo salva todo). Gracias a una amiga, Bea, conseguimos entradas gratis para Boardmasters festival, en Newquay. Musicón y playa soleada, no pudo haber sido mejor. Además éramos VIP (sigo sin creérmelo) que yo insistía en decirlo tal cual, como en español /vip/ en lugar de decirlo en inglés /vi ai pi/. Me parece una gilipollez tener una abreviatura como esa si vas a decir los nombres de las letras y casi tardas lo mismo que en decir las tres palabras originales; pero los angloparlantes son así, hay que aceptarlos como son. El gentleman-molonguis se llevó la tabla de surf así que yo tuve clases de surf gratis. Me dijo que soy su primera alumna y que no tenía pensado enseñar a nadie, pero que por mi cara de emoción cuando pillo una ola merece la pena. Y yo haciéndome la dura, sujetándome la bufanda, mientras las olas me empujan para un lado, para otro, la tabla se pone en medio y claro, resulta imposible estar a menos de un metro de distancia. Soy una crack.  

De nuevo tarde tranquila en Brick Lane, un poco de patineta y... la promesa de que me va a llevar a surfear.Ya sabéis, voz rasgadilla y grave y tal... y un tío que al vernos saca una guitarra y se pone a cantar una canción de amor no empalagosa.Todavía no me lo creo. Aunque la promesa sí me la creí esta vez y además se lo pongo hasta fácil: hago que me envíen el neopreno y alguna otra cosilla desde España. El viernes pasado (sí, sí, hace tres días) me llega por la mañana. Y yo, con toda la emoción del mundo le mando diez mensajes diciendo "vamos a surfear". Y me contesta que vale. ¿¡Cómo que vale!? ¿Cómo es posible que un tío con un trabajo, más su propia tienda de longboard y responsabilidades, etc. pueda decir sí a improvisar un plan para ir a surfear ese mismo día? Pues no pasa sólo en las películas, que lo sepáis. O mi vida se está convirtiend en una comedia romántica o este tío no es de verdad.  El tío molonguis llama a tres de sus amigos también molonguis que se unen al plan y nos vamos todos a Newquay. Sol, playa y un frío de pelotas, pero me lo he pasado genial. 

Y esperad, que todavía hay más. El gentleman-molonguis me lleva a casa por la noche. Por supuesto me ofrece su ayuda para subir las cosas pero yo, que soy una tía dura le digo que no hace falta (aunque lo cierto es que casi me mato por las escaleras subiendo con un skimboard, la reflex, dos mochilones, la bolsa con la ropa mojada, unas chanclas medio rotas...). Entro en casa y me encuentro una carta para mí. Es una revista, Kitegirl; la revista en la que salgo anunciando la tienda de longboard del gentleman-molonguis. Creo que me ha regalado una suscripción. Me duele la cara de reírme. 


Cuidado con estos especímenes de gentleman. Desgracian la vida amorosa del planeta en menos de dos citas. Después de ellos, nosotras nos volvemos unas inconformistas y nada nos parece que esté a la altura; a ellos les deja el listón demasiado alto. Los gentleman-molonguis crean una sociedad de solteros frustrados a su alrededor. No dejéis que os convenzan o vuestra vida amorosa será una mierda a menos que acabéis con ellos, en cualquier sentido de la frase. 


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