Queridos alumnos adolescentes con los que me he encontrado en el autobús: una manifestación, es una manifestación, cosa seria, no una excusa para no asistir a clase e irse de botellón. No me creo que vuestros padres os hayan dado permiso. Ni que os hayan comprado las litronas que llevábais en las mochilas. EL cristal se oye, imbéciles.